
Tengo un excelente amigo con el que intercambio a menudo de política, economía y finanzas. Lo respeto mucho como persona y aún más como profesional. Generalmente tenemos muchos puntos de vista en común sobre esos y otros temas, pero hay uno donde estamos en planos opuestos 180 grados.
El culpable de este antagonismo no es otro que el presidente argentino Javier Milei y su arriesgada gestión económica tratando de reflotar la economía del gigante austral; que ha estado hundiéndose, cada vez más, desde hace un siglo de ineficiente rendimiento económico.
Los argumentos de ambos lados son sólidos, incluso reconozco que los de mi amigo tienen a su favor no solamente el análisis económico sobrio y sosegado; sino también la lógica.
Afortunadamente, -para Argentina, para Milei y para mí-, la realidad no le está dando la razón a mi amigo.
Pero, quién es ese “loco” de estilo grandilocuente, a quien nadie conocía prácticamente hace seis años; con melena estilo los 60 del siglo pasado que parece no conocer la existencia de los peines, patillas peludas, chaqueta de cuero a lo motociclista rockero; que interrumpe irrespetuosamente entrevistas televisadas, y que sin ningún protocolo político grita ¡Viva la Libertad, Carajo! lo mismo en un acto popular en su país, que en los foros mundiales más austeros.
Pero OJO, detrás de lo “loco” y lo controversial que es, -y seguirá siendo-, Javier Milei, -la figura libertaria y conservadora que desafía las leyes y reglas de la política-; hay un profesional con un método bien estructurado y un claro objetivo a dónde y cómo quiere llegar.
Mientras el Mundo se come las uñas sentado en el filo del sofá con noticias de las guerras calientes en Europa y el Medio Oriente, las guerras frías de aranceles entre Estados Unidos y los demás países, -no importa si sean aliados, amigos, neutrales o enemigos-; y los “grandes y hermosos” billes de Donald Trump; Milei está haciendo realidad el milagro que en este tercer decenio del Siglo XXI debería hacer galopar de gozo el corazón de todo economista clásico y convertir en realidad los sueños más húmedos de los libertarios.
Cuando Milei asumió la presidencia, hace menos de 20 meses, la tarea de sanar la desastrosa economía argentina era comparable con uno de los trabajos más difíciles de Hércules.
Veamos un poco de ese panorama sombrío que heredó Milei.
Las finanzas públicas estaban en total y despampanante crisis. La última vez que los Aires fueron más o menos Buenos, fue en 2008, cuando el país registró un magro superávit en sus finanzas.
En el 2023 el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimaba la deuda pública total en alrededor del 90% del PIB, pero el dato más espeluznante era el monto de esa deuda: más de 40.000 millones de dólares, que Argentina adeudaba al FMI.
El modo de “gobernar” el país como si no hubiera un mañana, con inoperantes políticas fiscales y monetarias, del anterior gobierno peronista, habían generado una inflación anualizada superior al 200%. Sí, así mismo, del doscientos por ciento; y contando.
En lenguaje español: la inflación de los precios al por mayor, solamente en diciembre de 2023, fue del 54% mes a mes, técnicamente hiperinflación galopante, según la definición generalmente aceptada. Un ejemplo para entrar en contexto: en 2023 el precio de un café con leche casi se triplicó en un mes, pasando de unos 1.500 pesos a alrededor de 4.500 pesos.
El carnaval inflacionario era tal que los negocios de venta de alimentos, que aún sobrevivían, tenían que ajustar los precios dos o tres veces en el mismo mes.
Entonces llegó Milei con la famosa motosierra y sus respuestas nada correctamente políticas.
En estos casi 20 meses ha eliminado el déficit fiscal, llevándolo del 5% del PIB a cero. Ha reducido el número de ministerios y organismos de la administración central del Estado, de 18 a 8; recortando drásticamente la burocracia flotante y obstructiva que van creando los gobiernos como si fueran callos y juanetes que no dejan caminar a los países correctamente.
Lo interesante del caso es que no engañó a nadie. En los videos de su campaña electoral lo anunció una y otra vez con su voz alta y grave de rockero: “¡Fuera el Ministerio de Turismo y Deportes!”, “¡Fuera el Ministerio de Cultura! ¡Fuera el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible! ¡Fuera el Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad! ¡Fuera el Ministerio de Obras Públicas!”.
Ya en el despacho presidencial, mediane el Decreto Ejecutivo 70, -emitido pocos días después de su investidura-, desreguló mercados clave como el alquiler de propiedades, las aerolíneas comerciales y el transporte de mercancías por carretera.
Las reformas del mercado laboral tardaron más, pero también se promulgaron después de una buena escaramuza en el Congreso, que para eso es la democracia.
Otro paso fuerte fue eliminar la “solución” insana del sistema artificial de doble tipo de cambio, que tanto gusta a las semidictaduras de izquierda camufladas de “gobiernos populares”, restaurando la independencia y credibilidad del banco central.
Ha reformado el sistema de importaciones, eliminando cuotas, licencias y certificaciones no esenciales con lo que allana el camino para que le sea más fácil al productor nacional accesar a los mercados externos. De paso ha lanzado un programa a largo plazo para una completa reforma fiscal y regulatoria.
En el orden social, el intranquilo Milei también se ha hecho sentir. Ha liquidado, -de manera firme-, las organizaciones disruptivas como el Polo Obrero, el Movimiento Teresa Rodríguez y Barrios de Pie, que administraban diversos beneficios sociales y durante años perturbaron la vida económica argentina con los conocidos piquetes y movilizaciones masivas.
Esto trajo más tranquilidad y orden en la vida de las ciudades. Recuerden aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
El resultado de esta brutal terapia de choque ha sido una recuperación asombrosa de los indicadores económicos, algo que ni sus más leales seguidores pensaron podría lograrse en tan poco tiempo.
Se ha reducido la inflación mensual del 13 % a solamente el 2 %. La economía crece ahora, de manera estable, a una tasa anual alrededor de un envidiable 7 %.
Los inversores extranjeros ya no rechazan los bonos y acciones argentinos; de hecho, se recomiendan los portafolios albicelestes como una de las mejores inversiones que se pudieron haber hecho en los últimos dos años.
Pero no nos engañemos, el camino no ha sido una panacea; todo lo contrario. Estos 20 meses han estado plagados de muchas espinas, trampas y algunos retrocesos. Inicialmente la tasa de pobreza aumentó alarmantemente y muchos argentinos engrosaron las filas de los pobres y más vulnerables. Ahora se ha disminuido del 42 %, -cuando Milei fue elegido-, al 31 %; indicador que todavía es bastante alto y mantiene una bandera roja de alerta para una posible no reelección de Milei y su partido La Libertad Avanza (LLA).
Aún queda mucho por hacer, pero ya nadie subestima la capacidad incansable de trabajo de Milei ni la claridad de los objetivos que quiere lograr; y eso es una de sus victorias más rotundas.
Ya se negoció, gracias a la credibilidad vuelta a ganar por Argentina, un nuevo programa donde el Fondo Monetario Internacional proporcionará 12.000 millones de dólares en nuevos préstamos por adelantado y potencialmente otros 2.000 millones adicionales; lo que debería permitir a Milei eliminar los controles de capital y de cambio que aún existen, sin reavivar de nuevo la inflación.
No olvidemos que la mayoría de los gobiernos que reducen su déficit fiscal en cinco, o más puntos porcentuales del PIB, terminan pagando un alto precio político del cual no pueden escapar.
Por ejemplo, Margaret Thatcher, -una estadista de gran talla y visión-, dedicó un esfuerzo colosal a tratar de reducir las necesidades de financiación del sector público británico del 4,5 % del PIB cuando fue elegida en 1979, al -1,1 % diez años después. La historia es sabida, vivió en su mandato como primer ministro unos tiempos de gran incertidumbre entre el descontento social y la falta de comprensión y apoyo a su férrea y austera política económica.
Sin embargo, Milei y su LLA parecen actuar con la confianza y el arrojo de los niños que no conocen ni aquilatan los peligros por los que están pasando, desafiando la lógica de que unas decisiones económicas tan arriesgadas y extremas pudieran pasarle la factura en el plano político.
Y la vida parece darles la razón. En mayo pasado, el candidato del LLA ganó en las elecciones municipales de Buenos Aires. También se espera que el LLA repita esa victoria en las elecciones provinciales de septiembre y en las elecciones legislativas de mitad de período en octubre.
¿Pudiera catalogarse de hazaña, mantener un saldo positivo político sin importar la negativa influencia devastadora del daño causado a los planes sociales? Pudiera ser eso, o también que el pueblo argentino se cansó de tantos años de aberrantes planes económicos, corrupción galopante e inercia estatal; y decidió que era tiempo de hacerse una “auto cura de caballo” y sanar, -de una vez y por todas-, la economía y la sociedad.
Sin Pelos en la Lengua
En la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, enero 18 de 2024, dejó bien claras sus posiciones. “Los experimentos colectivistas nunca son la solución a los problemas que afligen a los ciudadanos del mundo. Más bien, son la causa raíz”.
Y continuó: “Los países con mayor libertad son 12 veces más ricos que aquellos con represión. El percentil más bajo en países libres está en mejor situación que el 90% de la población en países reprimidos. La pobreza es 25 veces menor y la pobreza extrema, 50 veces menor. Y los ciudadanos de países libres viven un 25% más que los de países reprimidos”.
La clase magistral fue más allá: “Hoy en día, los Estados no necesitan controlar directamente los medios de producción para controlar todos los aspectos de la vida de las personas. Con herramientas como la impresión de dinero, la deuda, los subsidios, el control de las tasas de interés, el control de precios y las regulaciones para corregir las llamadas fallas del mercado, pueden controlar la vida y el destino de millones de personas”.
Con esa pasión, convicción y, sobre todo, resultados; es imposible no darle el crédito que merece y pensar que, quizás, lo mejor que le ha sucedido a Argentina en los últimos 100 años es haber dado al mundo a un Milei; … con todo respeto y el perdón de Gardel.
Milei en Frases
- “El socialismo es siempre y en todas partes un fenómeno empobrecedor que ha fracasado en todos los países donde se ha probado. Ha sido un fracaso económico, social y cultural, y además ha asesinado a más de 100 millones de seres humanos”.
- “El capitalismo de libre empresa no solo es el único sistema posible para acabar con la pobreza mundial, sino también… el único sistema moralmente deseable para lograrlo”.
- “No se dejen intimidar por la casta política ni por los parásitos que viven del Estado… Ustedes son benefactores sociales. Son héroes. Son los creadores del período de prosperidad más extraordinario que jamás hayamos visto”.
- “Que nadie les diga que su ambición es inmoral. Si ganan dinero, es porque ofrecen un mejor producto a un mejor precio, contribuyendo así al bienestar general”.
- “No se rindan ante el avance del Estado. El Estado no es la solución. El Estado es el problema en sí mismo”.
- “El Estado, ante todo, es un ladrón que gasta en sí mismo (la casta política), y no solo con impuestos explícitos (literalmente, una forma de robo), sino también con un impuesto oculto que destruye la economía: el impuesto inflacionario”.
- “En segundo lugar, el Estado ha sido utilizado por grupos organizados, una casta del sector privado, para obtener privilegios que no solo son injustos, sino que también perjudican el crecimiento: empresarios protegidos (empresaurios) y las escorias sindicales (sindigarcas)”.
- “Mi plataforma electoral, por lo tanto, era acabar con la inflación aplicando mi motosierra al gasto público y liquidar a la casta eliminando los privilegios que les otorga el Estado”.
LV, NV, 07/23/2025
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