Se tenía que decir y…

Historia, Geopolítica y más. Una visión sin filtros.


El Día de la Victoria… ¿De quién?

Monumento a los participantes en el Lend and Lease durante la II Guerra Mundial

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha decretado recientemente el día 8 de mayo como el Día de la Victoria de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Esta proclamación no ha pasado desapercibida, todo lo contrario.

La controversia no se ha hecho esperar, como es habitual después de cada declaración o decisión del inquilino número 47 de la Casa Blanca. De una parte, muchos defienden acaloradamente que la extinta Unión Soviética fue la que, definitivamente, salvó al mundo de las hordas nazis ofrendando 25 millones de vidas en esa gesta.

Con ardor y pasión similar, otros tantos afirman que, indiscutiblemente, el papel jugado por los Estados Unidos, tanto en Europa como en el Pacífico fue lo que determinó la victoria de los Aliados.

Para empezar este análisis, vamos a cuestionarnos esa cifra de 25 millones de muertos soviéticos. Obviamente esa cantidad está exagerada o incluye a personas cuyas muertes nada tuvieron que ver con la lucha de los soviets contra los alemanes, por muy encarnizada que ésta haya sido.

A los datos nos remitimos: según el censo de población soviético de 1937, ese año se reportaron 8 millones de personas menos que las registradas en el del 1934. En tres años una pérdida de 8 millones es una cifra que puede parecer salida de las pantallas de Hollywood, pero, desafortunadamente, la realidad es otra bien diferente y macabra.

Las dos causas fundamentales de esa diferencia tan abismal están muy bien determinadas: fueron las hambrunas y las represiones; el culpable, uno solo: Iosef Stalin y sus políticas extremistas e inhumanas.

Cualquier conocedor de la verdadera historia de la URSS, -no la edulcorada variante que se empeñaron en difundir los comunistas del mundo-, conoce que el rearme de Alemania y el gran poderío alcanzado por el III Reich estuvo basado en el enorme apoyo que Stalin le dio al naciente fascismo alemán.  Pueden revisar el libro: El Ejército Rojo y la Wehrmacht (https://www.amazon.com/-/es/Wehrmacht-Secret-Archives-Former-Soviet/dp/0879759372).

Este excelente material es obra de dos investigadores rusos, Yuri L. Djakov y Tatyana Bushuyeva. En este libro, los autores revelan el contenido de documentos secretos descubiertos que prueban que las fuerzas alemanas se entrenaron y construyeron sus nuevos equipos de guerra, -incluyendo tanques y aviones-, en un manto de total secretismo, en suelo ruso.

Los autores demuestran cómo los cimientos del ejército de Hitler fueron realmente ayudados a forjarse por Lenin, Trotsky y Stalin. Incluso el subtítulo en la portada del libro no deja lugar a dudas sobre el secreto revelado: Cómo los Soviets militarizaron a Alemania, 1922-33, allanando el camino para el fascismo.  

Mas luz sobre esta diabólica cooperación la pueden encontrar en Pacto Fáustico: La alianza Soviético-Alemana y los orígenes de la Segunda Guerra Mundial (https://www.amazon.com/Faustian-Bargain-Soviet-German-Partnership-Origins/dp/0190675144)

Esta obra, publicada en 2019 a partir de la información obtenida de los archivos desclasificados de cinco países involucrados en la Segunda Guerra Mundial, fue escrita por Ian Ona Johnson. En ese libro se vuelve a demostrar fehacientemente cómo el ejército alemán y la alta dirigencia soviética, -a pesar de convertirse en enemigos mortales-, antes habían colaborado estrechamente para derrocar el orden establecido en Europa.

Centrado en la cooperación económica y militar, el acuerdo condujo al establecimiento de una red de bases militares e instalaciones industriales en suelo soviético. Gracias a esta alianza, que se prolongó durante más de una década, Alemania obtuvo el espacio necesario para reconstruir su ejército. A cambio, la Unión Soviética recibió asistencia militar, tecnológica y económica vital.

De esta forma, la Alemania Nazi se convirtió, una vez más, en una potencia militar capaz de llevar a cabo la destrucción de la mayoría de los estados europeos y las incursiones en África y otras latitudes.

Esta es la razón que puede explicar convincentemente el por qué Stalin no quería aceptar la verdad de lo que estaba sucediendo cuando las tropas hitlerianas irrumpieron en territorio soviético con una descomunal ofensiva relámpago. No podía, -ni quería-, imaginar que algo así pudiera estar pasando: Hitler lo estaba traicionando.

Recordemos que los avisos habían llegado incesantemente desde todos los confines. Los más conocidos fueron Richard Sorge desde Japón, Sándor Radó desde Suiza, Leopold Trepper desde Alemania. Todo indicaba un ataque inminente. Sin embargo, una y otra vez Stalin desestimó todos y cada uno de los reportes.

Pero ahí no paró la inactividad de Stalin. Se negó rotundamente a poner en estado de alerta los puestos fronterizos y las tropas que se encontraban en las cercanías de la frontera con Alemania, esperando pacientemente hasta que los alemanes invadieron el territorio soviético el 22 de junio de 1941.

Lo que vino después es historia. La gesta del pueblo soviético resistiendo la embestida de la maquinaria infernal alemana; sin medios de combate modernos, una economía en quiebra y un ejército sin casi ningún mando experimentado, los cuales había sido asesinados por el propio Stalin en las purgas partidistas durante los años anteriores a la guerra.

La Tormenta perfecta

La desmoralización de la sociedad y del ejército fue total. Las pérdidas humanas millonarias fueron a causa de la Wehrmacht alemana y de las férreas indicaciones de “Papacito Stalin”. En eso no hay duda

No existe otro ejército que haya matado a más soldados suyos que el Ejército Rojo; en parte porque la moral combativa era tan baja que Stalin ordenó la ejecución sumaria de los que osaran retroceder ante el avance de los alemanes, sin excepciones. También usaba este método de terror para evitar supuestas conspiraciones, la mayoría inventadas, ante los errores y la pésima dirección de las acciones militares.

Como es innato a los regímenes comunistas, el combatiente no valía nada, era desechable. Hubo casos en que parte de las tropas eran enviadas a morir en misiones suicidas con el único objetivo de ubicar el emplazamiento de las tropas enemigas o el lugar desde donde la técnica nazi los estaba atacando. Carnadas vivientes.  

Pero hay algo que hay que dejar bien claro, la URSS no fue derrotada en la Segunda Guerra Mundial gracias a la dirección de Stalin ni al tremendo esfuerzo desplegado por el pueblo. Simplemente la URSS puede celebrar el Día de la Victoria sobre el Fascismo cada 9 de Mayo por la descomunal ayuda recibida de sus aliados: Gran Bretaña y Estados Unidos.

Sin esas ayudas, no hubiera habido la menor oportunidad para el estado soviético.

La esforzada y exitosa guerra aérea de los ingleses contra la Luftwaffe sobre los cielos del Atlántico, Inglaterra y Europa, fue un factor decisivo a la hora de impedir que la aviación alemana pudiera concentrarse y golpear con toda su potencia sobre las tropas soviéticas.

Podemos afirmar que la URSS no habría podido salir airosa, de ninguna forma, en la Segunda Guerra Mundial sin la enorme ayuda material que le llegó desde los Estados Unidos. Es correcto afirmar que la Unión Soviética nunca estuvo sola, a pesar de toda la propaganda roja al efecto.

Meses antes de que Estados Unidos ingresara formalmente a la guerra, ya había comenzado a proporcionar asistencia militar y económica masiva a su aliado soviético a través del Programa de Préstamo y Arrendamiento (Loan and Lease Program)

Básicamente estamos hablando de un colosal puente marítimo de avituallamiento que funcionó bajo el gran stress que suponía la amenaza latente de los submarinos alemanes.

Directo y claro, el dinero para financiar la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial lo pusieron los Estados Unidos de Norteamérica. El Ejército Rojo se movió en camiones americanos, los oficiales soviéticos fueron transportados en Jeeps americanos, los aviones de Moscú volaban con nafta americana (que era mucho mejor que la doméstica), y el pan que consumían muchos de los soldados rojos se horneaba a partir de la harina norteamericana.

El pan no llegó solo, junto al mismo arribaron millones de huevos y decenas de miles de cajas de leche condensada, para citar solamente algunos productos norteamericanos entregados a Stalin. Hasta uranio, de procedencia canadiense, enviaron los Estados Unidos a la URSS. 

Hay una frase que se le atribuye al Mariscal del Aire, -tres veces galardonado con la Orden de Héroe de la Unión Soviética-, Alexander Ivanovich Pokryshkin cuando voló por primera vez en un avión de combate Bell P-39 Airacobra, hecho en Estados Unidos. Pokryshkin dijo haber sentido que en esa ocasión “por primera vez estaba volando en una máquina de guerra”.

Todos los máximos dirigentes de la antigua URSS, – Stalin, Molotov, Jrushchov, Mikoyan o Gromiko-, han sido citados diciendo lo que todos conocemos, algo así como que “sin la ayuda de los americanos y los ingleses jamás habríamos podido derrotar a los alemanes”.

El dictador soviético Josef Stalin brindó por el programa de Préstamo y Arrendamiento en la conferencia de Teherán, celebrada entre las potencias aliadas en noviembre de 1943. En ese momento recalcó:

Quiero decirles, desde el punto de vista ruso, lo que han hecho el presidente y los Estados Unidos por la victoria en esta guerra“, Y continúo: “Las cosas más importantes en esta guerra son las máquinas. Estados Unidos es un país de máquinas. Sin las máquinas que recibimos a través de Lend and Lease, habríamos perdido la guerra“.

Años después, su sucesor, Nikita S. Jrushchov tenía la misma opinión:

Si Estados Unidos no nos hubiera ayudado, no habríamos ganado la guerra“, escribió en sus memorias. “Uno contra uno contra la Alemania de Hitler, no habríamos resistido su ataque y habríamos perdido la guerra. Nadie habla oficialmente de esto, y Stalin nunca, creo, dejó rastros escritos de su opinión, pero puedo decir que él expresó esta opinión varias veces en conversaciones conmigo“.

El conocido mariscal soviético Georgui K. Zhukov, por su parte, expresó sin tapujos en 1963: “La gente dice que los aliados no nos ayudaron. Pero no se puede negar que los estadounidenses nos enviaron material sin el cual no podríamos haber formado nuestras reservas o continuar la guerra. Los estadounidenses proporcionaron explosivos vitales y pólvora. ¡Y cuánto acero! ¿Realmente podríamos haber logrado la producción de nuestros tanques sin acero estadounidense? Y ahora dicen que teníamos todo por nuestra cuenta“.

El Programa

La Ley de Préstamo y Arrendamiento se promulgó en marzo de 1941 y autorizó a Estados Unidos a proporcionar armas, provisiones y materias primas a países estratégicamente importantes que luchaban contra Alemania y Japón.

Eso comprendía, principalmente, el Reino Unido, la Unión Soviética y China. En total, los Estados Unidos enviaron $50 mil millones de dólares ($608 mil millones al valor actual) de material bajo este programa, incluidos $11.3 mil millones a la Unión Soviética.

Estados Unidos proporcionó a la Unión Soviética más de 400 000 jeeps y camiones, 14 000 aviones, 8000 tractores y otros vehículos de construcción; así como 13 000 tanques de combate.

Bajo Lend and Lease, Estados Unidos proporcionó más de un tercio de todos los explosivos utilizados por la Unión Soviética durante la guerra. Estados Unidos y la Mancomunidad Británica proporcionaron el 55 por ciento de todo el aluminio que la Unión Soviética usó durante la guerra y más del 80 por ciento del cobre.

Lend and Lease también envió combustible de aviación equivalente al 57 por ciento de lo que produjo la propia Unión Soviética. Como decíamos anteriormente, gran parte del combustible estadounidense se agregó al combustible soviético, de menor grado, para obtener la calidad que necesitaban los aviones militares.

El programa Lend and Lease también proporcionó más de 35 000 aparatos de radio y 32 000 motocicletas. Cuando terminó la guerra, casi el 33 por ciento de todos los vehículos del Ejército Rojo habían sido provistos a través de Lend and Lease. Se montaron más de 20 000 lanzacohetes móviles Katyusha en el chasis de los camiones Studebaker estadounidenses.

Además, el programa de Préstamo y Arrendamiento apoyó el sistema ferroviario soviético, que desempeñó un papel fundamental en el movimiento y suministro de tropas. El programa envió casi 2 000 locomotoras e innumerables furgones a la Unión Soviética. Casi la mitad de todos los rieles instalados por la Unión Soviética durante la guerra llegaron a través de este programa.

También se envió toneladas de equipos para fábricas y máquinas-herramientas a la Unión Soviética, incluidos más de 38 000 tornos. Tales máquinas eran de mayor calidad que las análogas producidos en la Unión Soviética, lo que contribuyó significativamente a impulsar la producción industrial soviética.

La ayuda estadounidense también proporcionó 4,5 millones de toneladas de alimentos, 1,5 millones de mantas y 15 millones de pares de botas.

Algunas Preguntas sin Respuestas

La pregunta que es necesario hacerse es la siguiente: ¿Por qué el papel decisivo de la ayuda de ingleses y norteamericanos en la victoria soviética sobre el nazismo no se reconoce y divulga como debería ser?

La respuesta es obvia. Habría sido contraproducente y muy negativo reconocer que en la derrota del fascismo habían jugado el papel fundamental las dos principales democracias occidentales.

Otra explicación es que era mejor ocultar la tremenda deuda económica contraída con los Estados Unidos, -su principal antagonista en la Guerra Fría-, que reconocer el tremendo compromiso contraído.

Entonces surge otra pregunta lógica. ¿Por qué tampoco hubo propaganda sobre esta deuda por la parte norteamericana? Interesante. La única explicación posible para esta pregunta es que el programa de Préstamo y Arriendo fue escondido de la publicidad por algún tipo de acuerdo entre los dos gobiernos, o por el interés de agentes pro-soviéticos que lo mantuvieron oculto a la opinión pública.

Claro, con la cooperación “desinteresada” de burócratas bien posicionados en el gobierno norteamericano de la época, si queremos crear una teoría de la conspiración sobre este incidente. Pero, … ¿Quién sabe?

Más criticable que ocultar y no ventilar la deuda en público fue que NUNCA se hizo ninguna gestión para recuperar, al menos, el monto de lo “prestado”. Eso significa que el adversario de los norteamericanos disfrutó de un “préstamo” que le permitió sobrevivir y, de contra, ni se le exigió el pago ni tuvo la decencia de devolver lo que le habían prestado.

Realmente que esto sucediera es culpa de los que tenían que velar porque el dinero de los contribuyentes norteamericanos no fuera dilapidado, como realmente lo fue.

Algunas fuentes para consultar:

https://www.docsteach.org/documents/document/lend-lease-act

https://en.wikipedia.org/wiki/Lend-Lease

LV, NV, 05/20/2025

Jeeps estadounidenses usados por las tropas soviéticas en la II Guerra Mundial

Carros anfibios estadounidenses usados por el Ejército Rojo en Odesa, Ucrania.

Pilotos de EEUU y la URSS junto a una nave estadounidense recibida por el Ejército Rojo.


Katyusha BM-13N montada sobre un camión Studebaker US6 obtenido en el programa Lend and Lease, en el Complejo de Museos de Equipamiento Militar y Civil, ubicado en Verkhnyaya Pyshma, Sverdlovsk Oblast, Russia.

Las mujeres de la empresa de comestibles y panadería Kroger, en Cincinnati, preparan carne de cerdo enlatada para enviarla a la URSS. Junio de 1943.



Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *